jueves, 5 de noviembre de 2009

Para dejar los campos chinos

Las condiciones climáticas parecían dañar los planes de la mañana. Más de tres horas de viaje para llegar hasta el campamento agrícola José Maceo del barrio “Juan Díaz”, en el municipio de Sagua de Tánamo, no podían terminar de ese modo.
La llovizna irrumpió apenas subimos al Jeep de la UJC del territorio, que nos trasladaría hasta el sitio. Suerte que fue por unos minutos y no precisamente donde iríamos. Sentimos alivio entonces.
En el campamento todo lucía limpio. De una buena parte se encargaban algunas jóvenes de la universidad Minero Metalúrgica de Moa, que forman parte del grupo que había llegado el domingo anterior para cumplir con su aporte a la producción de alimentos, tarea que sostienen los jóvenes universitarios de la provincia y que, motivados en su IX Congreso, asumen con mayor responsabilidad.
Seguimos hasta los campos, donde estaba el resto de los muchachos y muchachas que durante un mes cambiaron lápiz, libreta y computadora por un azadón.
¡A BUEN TIEMPO! HORARIO DE MERIENDA
Entre chistes y el buen humor de los jóvenes, aprovechamos el descanso y ahí mismo entramos en materia periodística. Tras las presentaciones precisas, un cuestionario que surgió del intercambio con los chicos conquistó sonrisas y los más prestos a la elocuencia dieron respuestas.
“Yo vine el año pasado por una semana. Ahora es un mes. Las condiciones de los dormitorios están mejores, así como la comida, el trabajo. En esta semana hemos trabajado en la limpia del platanal, ahora estoy aprendiendo a desyerbar. Ayer sobrecumplimos por la mañana, hicimos 50 carreras. Trabajamos de 7 a 11 de la mañana y de 1 a 4 de la tarde”, explica Marianela de la Cruz, que no soltaba su azadón para nada.
“A las 5:50 nos dan el de pie, luego de realizar el aseo y el desayuno hacemos matutino, se informa lo que se va a hacer y lo que se produjo el día anterior. El primer día nos felicitaron porque el trabajo fue magnífico y eso que estábamos cansados, pero nos acostumbramos y seguimos adelante”, dice la joven de tercer año de Informática.
Pero entre el grupo de muchachas había un rostro llamativo por lo diferente en su fisonomía. Era Tania Mariñán, una chilena que está en tercer año de Metalurgia y que abrazaba de igual modo su implemento de trabajo.
“Vine de forma voluntaria, quise seguir a mis compañeros y ver qué era trabajar en el campo. Hasta ahora ha sido bueno, los insectos molestaban un poco, pero se supera con el tiempo. El primer día estaba cansada, pero una se va relajando y tomando el ritmo al trabajo, todavía duelen los pies, pero no hay problemas, todo bien”, manifiesta.
Y en tanto terminaban la merienda y retomaban las labores, la conversación proseguía. Esta vez, Keily Caraballo de tercero de Informática y secretaria del Comité de base, se refirió a la importancia de la presencia de los jóvenes en estas labores y comentó que las Asambleas abiertas estimularon el compromiso para aportar más a la producción de alimentos.
El momento histórico de la juventud de hoy está en este frente. Para Daimara Garcell, de tercer año de Mecánica, “esto es una experiencia más, por lo menos para las hembras. Aquí nos socializamos más, pues nos ayudamos unos a otros”.
AL OTRO LADO DEL CAMPO
En otra parte del campo estaban los varones, acompañados por Wilber Acuña Rodríguez, profesor de la Universidad y Jefe de campamento. “Dividimos las fuerzas según la complejidad de la labor. Puede entrevistar a “cualquiera” de los muchachos, todos están conscientes del trabajo que realizan y conocen los detalles”, aseguró.
Y entre las matas de plátano la brigada arremetía contra toda yerba que había al paso. José Ernesto Saavedra, uno de los mejores del grupo. “No somos agricultores, pero en la casa siempre chapeamos algo, y ya sabe, aquí estamos para cumplir y responder al llamado de la FEU y la juventud, pues estamos en Congreso”.
Alberto Clavijo, uno de los estudiantes de Mecánica, tiene su fórmula para trabajar con más entusiasmo. De sus oídos cuelgan audífonos conectados a una memoria. “La música me motiva y me entretiene para realizar el trabajo, lo importante es estar aquí, no los audífonos, si no lo que hagamos en el campo. Siento orgullo de formar parte de este tiempo, y me reconforta cuando cada mañana el profe nos dice lo que gastamos, y lo que ganamos, y los resultados son alentadores.
Pero en este grupo otra carita llama la atención. Algo introvertido es Ananías Enkono, un Namibia que se sumó al “piquete” para ayudar en el trabajo. “Es una bonita experiencia”.
LÍDER NATURAL
El profe Wilber no se queda atrás. “Este es un aporte de los jóvenes de la Universidad de Moa, la FEU y la Juventud, los profesores no estamos ni cortos ni perezosos y tomamos parte en la tarea en lo que respecta a la guía y apoyo a los muchachos, pues la tarea es de ellos.
“Aquí se trabaja mucho y han asumida una labor ardua, escasamente son las 9 de la mañana y ya se ha hecho un campo de un 0.40 caballería. Ellos, ante todo, ingenieros al fin, saben la ecuación mínima de rentabilidad, y conocen lo que diariamente consumen en todos los renglones, desde la instalación donde se albergan, alimentación, transporte, combustible, corriente… y lo que aportan.
“El entusiasmo es increíble, han asumido esto como si la finca fuese propiamente de ellos, sencillamente, han venido por convicción. Algunos aceptaron la encomienda aún cuando tienen certificado médico, pero dan su aporte en otras áreas como el autoservicio, la limpieza de los dormitorios…
“Hemos tratado de hacer las cosas muy democráticas, sin miramientos de ningún tipo, simplemente les hicimos ver la importancia de producir alimentos en un momento en que la economía del país está necesitada de acciones como estas.
“Los jóvenes están motivados. Además, llevamos una vida de campamento donde tratamos de animarnos también. Hoy en la tarde, al concluir el trabajo tendremos un encuentro deportivo con estudiantes del preuniversitario vecino.
“Mañana habrá una actividad y como las muchachitas no quieren hacer una pasarela, pues ya logré que los eléctricos hagan una imitándolas a ellas. Esto es un récord, en la universidad muchos no participan por miedo escénico. De manera que trabajamos y somos jóvenes, me incluyo, porque para tratar con ellos hay que ser uno más”, agrega Wilber.
CIFRAS QUE HABLAN POR SÍ SOLAS
El primer grupo se incorporó en el mes de septiembre con 88 estudiantes. Fueron eficientes. El ingreso fue de 6 mil 567 pesos. Trabajaron en la limpia de plátano y cosecha y limpia de yuca, boniato, calabaza…” informa Nelson Romero Sánchez, jefe del contingente José Maceo, donde laboran los jóvenes.
Este grupo es muy bueno. Hay disciplina, se trabaja y aprovecha muy bien la jornada laboral, por lo que sus gastos están acordes a los ingresos. Cuando finalice esta etapa veremos los resultados. La máxima de Raúl Castro está vigente, no se gasta más de lo que se produce.
Lo cierto es que la llovizna de la mañana no pudo estropear el plan del día, que superó las expectativas con tanto espíritu joven. Fue como regresar a la etapa de universitaria.

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