Cuando se habla de la Historia de Cuba a la mente llegan tantas acciones, hazañas, héroes… que resultan imprescindibles para la formación de la Revolución Cubana, cuya gesta se logró gracias a la valentía de jóvenes, que como Frank Isaac País García, dieron su vida por la justa causa que se venía librando desde el 68.
Dos días faltan para que se conmemore el 50 aniversario del asesinato de Frank. Y acaso al leer páginas que ilustran los sucesos de tan peculiar fecha pareciera que él ignoraba su fin para entonces, pues en otras ocasiones estuvo al filo de la muerte, y como siempre salía ileso.
Sin embargo, esta vez el maltrato primero, y los disparos después, hicieron del valeroso joven un cadáver. Había salido a la calle con su amigo Raúl Pujol. Fueron importunados y a Frank le ocuparon un arma. Más tarde sería reconocido por un esbirro, motivo suficiente para que el Coronel Cañizares ejecutara su vil asesinato.
Mas, para la eternidad quedó la imagen de aquel muchacho de mirada profunda y sonrisa franca. No en vano se le recuerda hoy. Es el prototipo de joven revolucionario, luchador, justo. Supo llevar al unísono la lucha clandestina en el Movimiento 26 de Julio, ser hijo, maestro y cuidar de su novia.
A raíz del Golpe de Estado del 10 de marzo del 52 comienzan con más pujanza sus actividades revolucionarias, que fueron alcanzando prestigio en la dirección de manifestaciones estudiantiles, distribución de propagandas, escritos que condenaban a la tiranía; en la organización de Acción y Sabotaje, hasta responsabilizarse de la clandestinidad del Movimiento 26 de Julio a nivel nacional. Estuvo en el llano y subió a entrevistarse con Fidel en la sierra. Así demostró ser un verdadero líder.
Era abnegado a la Patria y el fundamento de su proceder estaba en el estudio del ideario martiano, de los principios democráticos y de las aspiraciones de justicia, lo que contrastaba con su juventud.
Convertido en el alma del levantamiento del 30 de noviembre para apoyar el desembarco del Granma, aglutinó y organizó las fuerzas con éxito, de manera que honró el uniforme verdeolivo y éste se honró con él, aunque por problemas ajenos a su voluntad fracasara la acción.
Disciplina, entrega, hospitalidad, arrojo, cualidades que desarrolló Frank, le permitieron guiar e involucrar a la gente de su pueblo en la causa que defendía.
Por naturaleza es hijo de Santiago de Cuba, pero esto no lo excluye de la admiración de los holguineros. Quizás algún abuelo o abuela, tuvo la dicha de verlo cuando se personó en sitios de nuestra provincia, para orgullo de los lugareños.
Sobre David, nombre que recibió en la clandestinidad, escribió la imperecedera Vilma Espín, y tituló el ejemplar “Inolvidable Frank”. Y así resulta para cada cubano.
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