martes, 15 de mayo de 2007

Un hombre que profesa amor a su trabajo

El reloj marca las 5:30 de la mañana y Presiliano Rodríguez Prevals, obrero de la industria del níquel Pedro Sotto Alba, ya está de pie. Muy temprano espera, como otros de sus colegas, el autobús que lo traslada a la fábrica. Puntual está en su puesto de trabajo.

Ya suman12 los años con la condición de Vanguardia Nacional. Su labor en el mundo niquelífero comenzó en la fábrica Ernesto Che Guevara. Luego pasó a la Empresa de Servicios de la Unión del Níquel, ESUNI. Unos tres años más tarde, justamente el seis de octubre culminando la década de los ´90, se incorpora a Pedro Sotto Alba, como operador de Montaje, vinculado directamente a la producción en las Minas.

A juzgar por su actitud, Presiliano es un hombre sencillo, pero enérgico a la vez. La experiencia acumulada en los distintos centros de trabajo corrobora su manera de ser.

¿Cómo es Presiliano en el trabajo?
Me caracterizo por donar más de 250 horas en el año. Soy inconforme, siempre quiero hacer más. Me desempeño como operador de retocabadora. Ahora estoy trabajando en el combreo en las llamadas minas a “cielo abierto”. A veces veo algún compañero con problemas y me bajo de la reto para ayudarle a limpiar su equipo en tanto llega algún carro para cargarlo. Eso sí, soy muy disciplinado. Cumplo estrictamente con las medidas de seguridad. El que trabaja en el corte debe tener tres presentes fundamentales, que no se parta el corte, no golpear el carro y al girar no darle a alguien. Cualquier fallo es peligroso.

Comenta Presiliano que el trabajo es delicado y tiene sus requisitos. “Estamos en constante peligro, pero las medidas de seguridad están creadas. Cuando el tiempo se torna inclemente trabajo en los depósitos. “Lo importante es no parar la producción y ser útil en cualquier parte de esta industria”.

¿Alguna anécdota?
En la Che Guevara pasé un susto cuando por orden de un jefe de turno arranqué una grúa e inmediatamente me bajé; yo no sabía de los problemas mecánicos que presentaba, la alzadora se fue levantando, no la pude controlar y giró. Por suerte no ocurrió nada serio.

Al inquirirle por la familia manifiesta con satisfacción la alegría de tenerlos. “En la casa me apoyan muchísimo, me siento orgulloso de mis hijas, todos trabajamos. Las tareas son repartidas y así logramos cumplir con las jornada laboral y las demás responsabilidades”.

Destacado dirigente político. “Fui miembro del comité municipal del partido en Frank País. Cuando llegué a Moa, me hicieron secretario del núcleo de la mina, vine con la condición”

“Atiendo la batalla contra el delito, más que luz roja le pongo a este asunto. Para tener logros significativos en el trabajo dedico parte de mi tiempo a visitar el otro turno. Soy una persona muy exigente, incluso hasta a mi Jefe de Brigada le exijo, claro por la parte política”.

“En mi brigada somos diez compañeros y trabajamos en armonía. Me gusta que la relación entre nosotros fluya como hermanos, y colegiar las inquietudes hasta ponernos de acuerdo. Lo que se diga es ley. No quiero otra mejor. En mi secretariado militan 18 compañeros del turno uno y cuatro”.

“Todos los militantes debemos familiarizarnos con la proclama del Comandante, eso nos da la medida del grado de exigencia que debemos tener entre nosotros mismos. No soy ni tolerante ni implacable.

El trabajo como secretario del núcleo no lo veo como un esfuerzo, sino como una tarea. Debo velar al igual que un jefe de turno porque se cumpla todo diariamente”.

¿Ha recibido alguna condecoración?
En el año 91 recibí en La Habana la medalla Hazaña Laboral, recogiendo esta distinción marché para la agricultura- y ahí hace un alto para contar que no quería separarse de la mina, aunque fuese temporalmente, mas el deber le llamaba.

“En el 2004 fuimos invitados a los festejos del primero de mayo, allá me entregaron el galardón Jesús Menéndez. En Pedro Sotto obtuve la medalla René Ramos Latour por 25 años de trabajo en las minas. Sinceramente para mí esto significa mucho, aunque creo que todos los esfuerzos hasta el momento no son suficientes”.

Simplemente Presiliano ama su labor. La constancia y pasión con que habla dejan muy claro el grado de estimación que le tiene a su puesto de trabajo.

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