martes, 16 de septiembre de 2008

El sucesor de Ike

“Si todos los niños están sentados correctamente vamos a comenzar con la clase de Matemáticas. Quién me dice que número está después del ocho y …. recuerden levantar la mano”. Decía la profesora Lorena Almira a sus pupilos de segundo grado de la escuela Enma Rosa Chuy, ubicados en una casa de familia debido a las afectaciones que tuvo el centro.

Los más de 300 alumnos de esta institución están distribuidos en el Seminterndo Luis Escalona, donde permanece el grueso de grupos de tercero a sexto grado, y en Casas de familia.

“El proceso docente educativo se mantiene normal”, asegura Norma Ramírez, jubilada que se incorporó luego del llamado que hizo la Asamblea Nacional y que permanece en la calle 29 del raparto Ramón Quintana, en la casa de Estrella Fernández Riverón, donde están situadas la matrícula de pre escolar en la sección mañana y de dos de los grupos del segundo grado, en la tarde.

“Tengo una nieta en la Enma Rosa, y cuando pasó el huracán me interesé por saber cómo estaba la escuela. En cuanto conocí la situación ofrecí a la directora el local contiguo a mi casa para las clases el tiempo que lo necesiten”, dice Estrella.

“Primero consulté con mis hijos y ellos estuvieron de acuerdo, incluso me dijeron que en estos momentos se necesita de gente con voluntad, y aprobaron mi decisión”, continua.

“Estamos un poquito más apretados en la casa, pero lo hice por mis principios revolucionarios e inspirada en el ejemplo de Fidel y Raúl, además de las enseñanzas de Martí. Yo fui maestra durante diez años”, afirma Fernández.

“Al principio algunos padres encontraron un poco lejos el local, pero luego comprendieron la necesidad y colaboran con la asistencia de los pequeños”, cuenta la maestra Lorena.

Y los niños continuaban sus clases, tan naturales como siempre. El local tiene dos piezas y un baño. Allí hay dos pizarras, sillas y mesas, tizas… lo necesario para mantener una clase. El televisor lo presta la propia Estrella para no tener que mover el de la escuela hasta el local, e incluso brindó hasta un ventilador por si lo necesitaban.

Pero la entereza del colectivo de maestros y directivos también es digna de destacar. Ana Iris Leyva, directora del centro, estuvo pendiente de la escuela a través de la persiana de la vivienda de un vecino cercano mientras pasaban las rachas de viento de Ike. Observó cómo caía el techo y cómo algunos inescrupulosos trataron de apropiárselo, aludiendo luego a su protección. Ella les pidió que si esa era su propósito se lo guardaran en la oficina de la dirección.

Pero su preocupación y la de su colectivo vela por el funcionamiento del curso. Ya realizaron sus primeras visitas a los lugares dónde permanecen sus educandos y educadores.

Este 15 de septiembre reinició el curso con la misma alegría de otras ocasiones. Las dificultades presentadas en las instalaciones no fueron motivo de suspensión del año, la colaboración de familias como la de Estrella y otras alternativas aplicadas permitieron que este lunes los educandos retornaran a sus aulas a cumplir su principal tarea: estudiar. Así un 90 por ciento de los centros docentes abrieron sus puertas.

Se preserva la continuidad de un sector insigne de la Revolución cubana. “Aquí no se para el período lectivo por nada”, fue una frase que escuché de un maestro retirado del barrio, al conocer sobre las alternativas aplicadas en el sector.

Y la maestra Lorena continúa su clase, y los escolares responden, “el nueve y es el sucesor…”

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