lunes, 2 de abril de 2007

Con amor de Buena Fé












Quizás porque están lejos de rozar la pedantería y sí seguros del trabajo artístico que vienen desarrollando, de muy Buena Fe han logrado cautivar un público. A Israel Rojas y Yoel Martínez se les puede catalogar como jóvenes protagonistas de esta generación musical contemporánea.

Sencillos, joviales, adoran la creación. Su arte trasciende las plazas de concierto, pues no queda al desnudo la grafía de sus canciones, sino que invitan a la reflexión y convocan a la juventud de hoy a ser sabia y coherente con su tiempo. Su historia nace en la más oriental de las provincias cubanas.

Comparten el diálogo, las preguntas. Se confunden las voces al responder. Basta con saber que hablan de buena fe.

Ustedes comenzaron como trovadores, ¿cómo se produce el tránsito de la trova al pop?
Realmente, el tránsito no fue de la trova al pop. Si hubo tal cosa fue más bien para hacer un tipo de canción —el que permitía la circunstancia en Guantánamo—, con otros elementos musicales que le dieran más riqueza y contemporaneidad, como siempre lo habíamos concebido.
Ha habido un desarrollo y una prolongación. Nuestra música se vincula más a las sonoridades del pop rock y la new age; no se circunscribe solamente a la música pop. Tiene que ver más con el rock en su vertiente pop, que con éste en su vertiente trovadoresca. Aún así, no entramos en disyuntiva con las clasificaciones. No nos preocupa la etiqueta; eso se lo dejamos a la vida, la historia, los críticos…

Básicamente, hacemos música alternativa. Esta definición la ha dado Joaquín Borges Triana, periodista y crítico, quien mejor ha valorado el término. La música alternativa engloba de un modo coherente el movimiento musical contemporáneo cubano, algunos más populares, otros con más apoyo de las disqueras, pero lo esencial es que se mueve por una lógica de creación y con independencia, no se deja arrastrar por los modismos, por los impulsos comerciales y está dado por la propia raíz creativa de la gente que está implicada en este asunto: Habana Abierta, William Vivanco, Aceituna sin hueso, Polito Ibáñez, X Alfonso… la gente que está de frente a la creación, a su propio orden de cosas. Por ahí va la historia.

¿Cuánto han madurado desde su primer disco hasta Presagio? ¿Mantienen la idea original?
Lo que hemos hecho es desarrollar esa idea que anteriormente estaba en cápsula. Ahora, la vida nos ha dado la posibilidad de sacarla del cascarón y darle rienda suelta para que crezca. Es como los hijos: les das amor, atención, educación y luego van siendo ellos mismos; los azares del destino los van a formar. Así son las carreras, les pones empeño, voluntad, van creciendo con sus propias características. Con Buena Fe ha pasado eso, su música ha ido tomando los senderos del medio, de los cambios sociales, ubicándose en contextos que tienen que ver con la funcionalidad del público que hoy pisa la tierra de este país y le “descarga” a este tipo de trabajo.

Ha habido una madurez en el sentido del aprendizaje, del trabajo en colectivo, mayor fluidez, saber cómo hacer las cosas, por dónde se mueven los resortes, no solamente creativos sino de producción, artístico y comerciales, algo de lo que no te puedes sustraer. Tienes que vivir implicado con esa historia. En consecuencia, se ha aprendido muchísimo y se nota en que todavía estamos aquí.

En la obra hay es una prolongación, cada disco es diferente y, sin embargo, tiene un cordón umbilical que une un discurso. Cuando comenzamos la gente decía: “Se parecen a Juan, a Pepe”, o sea, buscaban puntos de referencia. Ya en la segunda producción se empieza a identificar una línea, y los creadores hacen un trabajo y dicen: “Eso va por la cuerda de Buena Fe”; de pronto te conviertes en patrón referencial.

El mensaje de sus canciones, por lo general, es positivo. ¿Esto nace de sus almas o es un propósito?
Las canciones no las escribimos nosotros, están ahí; las paren las masas, las sociedades, el público, la época. Lo único que hacemos es traducirlas al lenguaje musical, es un espíritu que anda flotando. Un país con generaciones que se rieron de su hambre, como uno de los métodos de esperanza para seguir luchando, no puede ser pesimista. Hay pérdida de ingenuidad, ha habido objetividad a la hora de analizar las cosas, derrumbe de utopías, trueque de sueños por pragmatismo, pero no desesperanza.

Hoy estamos mejor preparados para saltar al desarrollo y al bienestar, porque ya sabemos cuando hemos sido excesivamente soñadores y despreocupados con la economía, la única que nos puede dar el sustento para seguir soñando. Hoy sabemos que sin comida y sin autodeterminación económica no podemos pensar en ayudar a otros países.

Todo proceso de avance se basa en la fórmula intento-error-experiencia-aprendizaje, de esa manera, como generación, hemos sido así, siempre mirando adelante, con la crudeza de la vida, a veces con una dosis de buen humor, alegría, esperanza… Al sumar todo ello, te das cuenta de que el nuestro no puede ser un arte afligido, irresponsable además.

¿Cuan comprometido está Buena Fe con su público?
Totalmente. No nos comprometemos con un rango de edad, sino de espíritu. Te puedes encontrar con una persona de 60 años que esté conectada a la vida, capaz de tener una ilusión para el mejoramiento de los demás y el propio. Si todavía tiene juventud por dentro, bienvenido sea. El compromiso es con esa manera de ver la vida, de ser de buena fe, de ser positivos, a pesar de cualquier “cacharra”.

¿La canción compuesta como tema para el séptimo Congreso de la FEU es una amalgama de símbolos o identidad cubana?
Un poco de todo, un “paquetón” de símbolos que beben de nuestra identidad, puesto en función del compromiso, en lo que representa la Universidad para nuestro país. Desde siempre, el estudiantado desempeñó un papel de vanguardia, conjuntamente con las fuerzas productivas y las distintas capas sociales. Lo que hicimos fue tomar de esos símbolos identitarios, meterlos en la batidora y ponerlos en función de la Universidad de hoy, con visión de futuro, progreso, avance y viendo cómo los países son capaces de formar nuevos arquetipos.

Por ejemplo, la imagen de la virgen, uno de los símbolos puestos en la canción, fue en algún momento del surgimiento de nuestra nacionalidad cubana, símbolo de unidad, de fe espiritual. Una nación que nace sin fe, está condenada al fracaso. Fue identitario, además, porque ya era una virgen mulata, sincrética, con capacidad de hermanarse incluso con otras religiones.

Todo esto llevó en algún momento a la cristalización de un pensamiento y creó una coraza espiritual de protección, para nosotros, como identidad y nación. En estos momentos, estamos creando un nuevo símbolo de identidad y protección, el Alma Máter, madre nutricia de todo el pensamiento. Estamos hablando de sapiencia, del conocimiento como arma de protección identitaria y crecimiento espiritual. Todo eso es la canción.

Respecto a la disyuntiva arte–mercado, ¿cuánto hay que sacrificar de uno para ganar del otro?
Cuando empiezas a hacer arte, siempre tienes la esperanza de hacer menos concesiones que las que luego debes hacer, o de ser menos flexible a la hora de negociar, de hacer un disco, de trabajar con gente con las cuales no lo habías hecho. Pero tienes que pensar en hacer un nuevo equipo, ser un alumno más del aula, donde debes contar con criterios ajenos a los tuyos; pensar que, aunque tengas razón, tienes que ceder en algunos casos. No es sólo tu obra lo que estás exponiendo, es el criterio de un público, de un productor con experiencia. No es transformar el arte en sí, pero sí un acorde que te gustaba y no debe ir…

Cuando comenzamos a grabar con EGREM muchos trovadores nos decían que no hiciéramos concesiones. Siempre tratamos de respetar el verso, pero al final tuvimos que ser flexibles para seguir adelante. No hemos tenido que cambiar mucho, sí escuchar a personas, para bien; eso te garantiza que mañana la gente te respete, te admire y se sienta parte de tu obra. Es como escuchar a tus padres…

¿De qué manera se favorece Buena Fe con los videos clip que ha hecho?
Como mismo se favorecen otros artistas para promocionar sus discos. Es sólo una herramienta para sacar adelante un producto. Funciona porque la gente está viendo la canción y el arte visualizado, pero nos perjudica cuando alguien sale en la televisión criticando un clip. Esto es muy costoso, hay que buscar realizador, cámaras, locaciones, luces… pones en juego todo un presupuesto. Haces el video y, de pronto, alguien que tiene un criterio absoluto del asunto dice que no sirve, y lo pierdes todo.

¿Cómo valoran los movimientos emergentes no sólo en la música cubana sino en América?
Nos parece ideal. Las células rítmicas no tienen culpa de lo que puedan hacer con ella los creadores. Lo que está fastidiado es la literatura, a veces es ofensiva la letra, existen textos groseros, pésimos para la salud mental de los niños y de todos en general. Se ha mitificado este tipo de música con la pornografía, con poner al hombre como semental. No sólo pasa con el reguetón, viene desde “Chupa Pirulí”. Para nosotros no es ningún problema utilizar este ritmo, somos parte del Caribe, tenemos derecho.

¿Y la selección de los temas que incluyen en los discos?
Simplemente nos damos cuenta cuando el producto está terminado. Nos sentamos, Israel con la letra y yo con la guitarra, y ahí comenzamos a sacar los acordes, la armonía, lo que podemos hacer con las voces. Nos ponemos a “armar un muñeco”, que al final puede ser un son, una balada, un rock and roll, reggae, bachata…

En sus composiciones hay lirismo. ¿Cuál es la fuente de referencia?
La muy buena literatura que se hace en Cuba, no siempre tan reconocida por el gran público. Tomamos mucho de ella y de la poesía cubana contemporánea. Obviamente, lo musical proviene de los clásicos: Sabina, Pablo, Silvio, Fito Páez, y también de los que no nos gustan, para aprender lo que no debemos hacer. Esas son las influencias fundamentales.

¿Por qué de nuevo en Holguín?
La fuerza del movimiento cultural que hay en esta provincia es muy buena, intensa. Es un público con experiencia en conciertos de este tipo. Por aquí han desfilado los mejores creadores del país, en sus diferentes etapas: Síntesis, Carlos Varela, Frank Delgado, Moneda Dura, David Torrens, David Blanco, Polito Ibáñez, Aceituna sin hueso…Además, tiene el impacto de la Fiesta Iberoamericana, Romerías de Mayo… Todo esto, al pasar de los años, trae como consecuencia un público adiestrado y completo. Este es uno de los lugares donde mejor nos sentimos para trabajar.

Si Buena Fe se hubiera quedado en Guantánamo….
Estuviéramos haciendo lo mismo, aunque con menos público, recursos… y quizás con algo de frustración. Las canciones tendrían una perspectiva más provincial. Haríamos un arte igual de intenso, pero más parecido al contexto y al medio en que nos desarrollaríamos. Lo que garantizamos es que seguiríamos haciendo canciones, porque es lo que sabemos hacer.

¿Quién dirige Buena Fe?
Israel: Soy un poco el director de la historia, pero el trabajo es colectivo. La dirección es de esta manera. No sé actuar como un líder autoritario. Aquí todo el mundo le echa a la paella, asiste con lo que es especialista, es un taller de creación. Sin el resto de los muchachos no habría grupo. Buena Fe es más que Yoel y yo, incluso más que los que nos acompañan; es Abel Medina, Emilio Vega, José Manuel García, Fito, el ingeniero de sonido… Buena Fe es de todo el que se inserte y pueda crear.

No hay comentarios: